EL
VENDEDOR AMBULANTE
Ayer que visitaba Corferias aquí en Bogotá, en
las afueras atisbé una venta ambulante de aguas aromáticas, café en
presentación normal y también en capuchino y otro producto que en Colombia le llamamos
canelazo. Estaba tan bien presentado y llamativo que me acerque a escrutarlo y
por supuesto que consumí.
Me llamó la atención, primero, el mostrador ambulante muy bien diseñado. Su
estructura estaba integrada por un módulo para preparar los productos, que a su
vez incluía una olla grande en acero para la cocción de la aromática -agua,
guayaba, papayuela y manzana-, cuatro termos que contenían agua y leche, un
mini mezclador de pila, limones y exprimidor de los mismos. Buen surtido de
vasos desechables, pitillos y servilletas. Para darle fuego a la olla tenía una
estufa a gas, nada evidente, lo mismo que una batería para el decorado en luces
y su generador de música. El módulo de producción contenía en la parte trasera,
la mitad de una motocicleta que le permite desplazarse a todo lugar de la
ciudad. El componente humano, un señor de unos 58 años aproximadamente, bien
uniformado para la ocasión y lo que es más importante, amable, feliz y con gran
sentido del servicio.
Los Vendedores Ambulantes, también
llamados Buhoneros. Importante anotar que es una palabra muy antigua (1250) y
deriva de "bufón". Una forma desusada, sin dudas. Es el trabajador de
la economía informal que comercia con distintos bienes de consumo, con "chucherías". Generalmente, se instala en pequeños kioscos -aunque a veces le
basta con una simple mesa donde exponer la mercancía- en las aceras de las
calles más transitadas de distintas partes de una ciudad. De igual forma, el
buhonero también puede ambular sin necesidad de un local específico cargando
consigo lo que busque vender. Ropa, música, artículos artesanales, arepas,
chontaduros, pasteles, empanadas, comida en general, periódicos, libros y
películas comprenden la mayor parte del comercio buhoneril.
Un personaje de hoy con mucha fama y dinero, quien algún día fue “Vendedor Ambulante” -repartidor de periódicos-, es Don Warren Buffette.
Esta actividad es muy propia de los países en vía de desarrollo, en los que la
oferta formal de trabajo es muy limitada. En países desarrollados, no todos,
también se da este fenómeno. En España lo llevan a cabo, entre otros, los
hippies y los gitanos. Los mercados chinos que los hay en muchos lugares del
mundo, incluyen su componente de venta ambulante. En Nueva York, los chinos
están asentados en una zona amplia que combina negocios formales con vendedores
callejeros de toda clase de productos. En calles de Manhattan, hay negocios de
perros y hamburguesas muy bien montados. Times Square, una zona también muy
especial de New York por sus amplias pantallas publicitarias y en la que
confluyen turistas de todo el mundo, hay buen número de Vendedores Ambulantes.
Están los que dibujan en los andenes y los que se disfrazan de héroes y
personajes del cine, para posar con los turistas que desean una foto. En San
Francisco, California, también observé gente vendiendo corbatas y bufandas en
sitios principales de la ciudad.
Más allá de la historia y el presente de esta actividad tan antigua, está ese
ser humano que no encontró trabajo formal, pero que por la necesidad de generar
recursos para él y su familia, le tocó optar por esa ocupacion, todas las veces
estigmatizada por sus semejantes, por la economía formal, por las autoridades y
gobernantes. No se trata de promover esa actividad, pero sí de entenderlos. Particularmente prefiero ver a la gente
buscando diferentes maneras de sobrevivir trabajando, así sea de esta manera
que robando, atracando o matando.
Ser Vendedor Ambulante, si lo vemos desde un lado más humano, es una labor muy
ardua. A sol y a agua, de día, de noche, al amanecer, etc... Con hambre,
cansancio, rechazado por la mayoría de la gente y llegar muchas veces a casa, sin
haber vendido lo suficiente para al menos comer. Sin poder contar con una
seguridad social que le permita ser atendido cuando esté enfermo u obtener un
pago por incapacidad, cuando por enfermedad no puede salir a
"trabajar" y, sin poder
obtener una pensión, cuando la vejez y los años ya no le generen las fuerzas
necesarias. Todo esto es muy duro e inhumano.
No entiendo porque los gobernantes, no ofrecen programas para esas personas
desprotegidas. Digamos que el tema humano de esas personas, le sea indiferente
al Estado; porque no lo analizan desde un punto de vista económico. Cuantas de
esas personas no serán cerebros desaprovechados. Se deberían acompañar en
planes de emprendimiento, de financiación -¿cuántos de ellos tienen que
recurrir al mal llamado "crédito gota a gota"?-. Se les debería
complementar su actividad con enseñanza comercial, financiera y de mercadeo.
Ayudarles a mejorar la estética de su negocio, alternativas para que tengan
forma de hacer sus necesidades fisiológicas y de aseo, en ciertos sitios de la
ciudad. Les ayudaría mucho a ellos, la ciudad se vería mejor, se proyectarían a
negocios formales y con aportes contributivos para el mismo municipio.
La ausencia de Estado y
gobernabilidad es lo que permite nacer e imponerse a las mafias y toda clase de
grupos al margen de la ley. Y todo se va "desarrollando" bajo sus
propias leyes, costumbres y necesidades, hasta formarse una completa anarquía.