sábado, 8 de agosto de 2015

PROCESO DE PAZ Y FANATISMO

EL PROCESO DE PAZ Y EL FANATISMO
 
Los últimos gobiernos de nuestra querida Colombia, han cimentado sus campañas políticas en obtener la paz, en darle seguridad ciudadana y también en mantenerla. Me da por pensar que el Secretariado de las FARC, igual querrá esa paz. 

El resto de colombianos, quienes queremos paz, seguridad, fuentes de trabajo y vivir decentemente. También los detractores por conveniencia, todos juntos; nos hemos convertido en lo que en el fútbol llamamos hinchas y fanáticos. En donde cada uno -Uribe, Santos, Guerrilla-, son los equipos por quienes hinchar.

Además de la guerra, que por tantos años la hemos soportado de sus principales protagonistas, hoy se ha trasladado al ciudadano común. Por el fanatismo al que hemos llegado. Hinchamos por unos o por otros, muchas veces sin convicciones. Solo por que, nos caen bien unos o nos caen mal otros, o simplemente por revanchismo.

Y si cada colombiano se dedica a repetir de los protagonistas -gobierno, guerrilla, políticos, hinchada-, lo que mejor recibe el oído o mejor le llegó, vamos a seguir en esta guerra sin fin.

Se nos olvida que esta violencia como lo cita el excelente escritor William Ospina -"seis millones de hectáreas arrebatadas a sus dueños, seis millones de ciudadanos desplazados, una aterradora lista de masacres desde 1946, la mayor cifra de desaparecidos en la mayor impunidad, una guerra de guerrillas de 50 años y diez millones de colombianos en el exilio"-, no será fácil acabarla en un santiamén. 

Esa violencia de tantos años, se volvió un modus vivendi y engendró mas violencia. La economía del país, así no nos guste escucharlo por ilícito que es, incorpora una franja o un "sector", si puede llamarse así, que es la guerra. En ella, se mueven cantidades de dinero muy importantes. Por tráfico de armas, sicariato, sistemas de seguridad para lo ilícito, mafias de todo tipo, etc.

Entonces, acabar la guerra no es tarea fácil. Esa franja ilícita que acabo de mencionar, se ha acostumbrado a satisfacer sus necesidades: primarias, secundarias, terciarias y también las suntuosas, con el negocio que se mueve alrededor de la guerra. Es que las diferentes clases sociales del país, igual la integran: buenos, malos e incomprendidos; que se mueven licita e ilícitamente. Que consumen, compran el mercado en los almacenes de cadena, compran vehículos en los concesionarios  y también llevan su dinero al banco.

Sin que sirva para hacerle apología al delito, piense usted que ha trabajado lícitamente. Que haría si de un momento a otro le informan que la empresa o el negocio del que obtiene su sustento diario, se cerrará, se acabará o que lo van a despedir; que haría?. Una reacción muy humana es hacerse resistente a ello, para no perder su trabajo y su forma de vida. Pues eso mismo ocurre con quienes hoy viven de la guerra, si hay paz van a perder su "trabajo".

Es por ello que no es tarea fácil buscar la paz. Y cuando digo que el Secretariado de la Guerrilla, posiblemente querrá la paz, lo digo porque ellos también desearan salir de esa vida clandestina, nómada, riesgosa y hoy para nada de convicciones filosóficas, como posiblemente lo fue en alguna época. Pero es que detrás de ellos hay un monstruo que han engendrado y, es un batallón de gente que al no tener oferta de trabajo formal, por parte del Gobierno y la empresa privada, optó por trabajar en la guerra. Es así de crudo, pero también así de real. A ellos también se les acabará su "trabajo". Que para unos será el simple accionar de un gatillo, para otros la franquicia clandestina de la extorsión, el secuestro, el narcotráfico y el tráfico de armas. Esto sin mencionar el carpintero que hace los ataúdes, las funerarias y los cementerios que los entierra. La iglesia y el sacerdote que celebra la última misa de los muertos y, los medios informativos que se nutren de esas perversas noticias. Y por que no igual, a los organismos de Derechos Humanos, quienes también derivan su sustento económico, solo por opinar si los muertos que deja la guerra, obedeció o no a la violación de sus derechos.

Atizar la guerra desde nuestros lugares cómodos, quienes aún tenemos trabajos lícitos y dignos, es lo más fácil. Opinar y despotricar de quienes trataron y lo siguen haciendo por buscar un mejor país, es muy fácil. Pensemos mas bien, que lo que hizo Pastrana, Uribe y ahora Santos, con todos los errores y tal vez pocos aciertos, ha sido muy importante para el país. O será que se nos olvida como era este país hasta el año 1998. Quienes pasamos de los 45 años de edad, sabemos que Colombia ha cambiado, en lo económico y en lo social. No todo lo que quisiéramos, pero al menos somos un país viable y con una imagen mucho mejor en el exterior, cuando antes se llegó a pensar de nosotros, que éramos un Estado fallido.

Entonces, invito a que dejemos de ser fanáticos de Pastrana, Uribe y Santos. Los tres han hecho de Colombia un mejor país. Unámonos de una forma objetiva, proactiva y asertiva; dejemos de lado los odios y los rencores. Entendamos que nada es fácil y menos acabar con la guerra. Igual, ellos tienen una responsabilidad ante el país y ante el mundo. Y si actuaron o actúan mal; Dios, la patria y la historia los juzgaran. 

Quienes estamos por fuera de decidir la paz del país, dediquémonos a lo nuestro: trabajo, emprendimiento, buenos hábitos de vida, rechazar la corrupción y todo lo que esté por fuera de la Ley; trabajemos honradamente. Volvamos todo esto una moda que sea lo "in". Esto creará una cultura y ya verán los resultados que obtendremos en el largo plazo.

Para terminar este escrito, también me uno a las palabras del escritor antes citado, cuando dice: "tiene que haber en la sociedad millones de ciudadanos que sepan que merecemos una paz verdadera, no apenas decretada por las élites militaristas sino construida por los ciudadanos. Que el país no necesita limosna sino empleo, que los jóvenes no necesitan armas sino horizontes de futuro en diálogo con el mundo".