domingo, 14 de junio de 2015

TODO BUEN TRABAJADOR GENERA UNA ENSEÑANZA


TODO BUEN TRABAJADOR GENERA UNA ENSEÑANZA


Eran las 2:25 PM del pasado jueves y me disponía a tomar un taxi, para trasladarme desde mi lugar de trabajo en Bogotá, hasta el aeropuerto El Dorado y así regresar a la ciudad de Cali.

Previamente revisé mi calzado y lo encontré sucio, producto de un largo desplazamiento a pie, en horas de la mañana, mientras caía algo de lluvia en cumplimiento de una visita de negocios a un cliente de la empresa que represento.

Cabe anotar, que el trayecto recorrido fue superior a dos kilómetros, que decidimos hacerlo a pie con mis dos compañeros de labores -Carlos Alberto y Hugo-, porque esa distancia demora en vehículo fácilmente cuarenta minutos, por lo colapsado del transporte en la capital.

De tal forma, que decidí hacerme lustrar mis zapatos, de un señor que encontré cumpliendo esa labor en la calle y, a quien decidí esperar, toda vez que él atendía previamente a alguien. Para tomar la decisión de lustrarme allí y no en el aeropuerto, tuve en cuenta dos razones. Una: sabía que en el aeropuerto me iba a resultar muy costoso, como es todo allí -mal piensan los oferentes de productos y servicios en el aeropuerto, que todo usuario o comprador es turista, trae moneda extrajera, no conoce de precios y como tal se puede abusar con el cobro-. Adicionalmente, el servicio es muy ligero y de regular calidad. Dos: con el calzado sucio me sentía incómodo y mal presentado.

Pese a que yo esperaba mi turno, el citado lustrador continuó haciendo su trabajo de una manera natural y sin prisa. Me llamó la atención exactamente eso y,  porque también, mientras hacia su trabajo, conversaba amenamente con su cliente. En otras palabras, no le "importó" mi presencia. Pensé en ese momento, que ante mi espera, él aceleraría la atención al usuario de momento, para seguir con mi servicio.

Su lugar de trabajo, un pequeño parque entre la embajada de Egipto y la calle 100. Sin asiento para su cliente; el muro del restaurante de comidas rápidas SUBWAY, se lo suplía y encima del mismo muro tenía una especie de capa de hule doblada, para hacer de cojín y menos incomoda la atención a su cliente. Él, con traje de overol oscuro, zapatos bien lustrados y en general, buena presentación.

Una vez empezó su trabajo para mí, el señor entró a romper el hielo. Me preguntó, "¿sus zapatos no son hechos en Colombia, cierto?". Demoró algo más de quince minutos prestándome el servicio y entre su amena conversación me decía también: "aquí hay que hacer fila para todo. Usted me hizo fila. También, un tipo muy molesto por las filas, decidió ir a matar al presidente Santos; al día siguiente regresó sin poder hacerlo y su explicación fue, que no lo hizo porque había mucha fila para matarlo". Continuaba diciendo: "yo vivo solo, porque mi mujer se enamoró de otro y claro, resultó qué ese man también le estaba haciendo fila, esperando a que yo fallara". "Yo trabajo feliz, mantengo ocupado, no me faltan clientes. Cuando no estoy aquí, estoy lustrando en esos edificios que ve alrededor. Si deseo tomarme un tinto, subo a cualquiera de esos edificios y allí las señoras de la cafetería de alguno de mis clientes, me lo obsequian porque ya me conocen y les caigo bien. Saben que soy honrado y bien presentado. Cuando demoro en ir a  atender a sus jefes, ellos me mandan a decir con ellas, que suba a prestarles el servicio". "Mis betunes no son los mejores, los consigo baratos en San Victorino, pero estoy seguro protegen bien los zapatos de mis clientes. Esto que tengo aquí en esta botella, que dicho por otros que hacen lo mismo que yo, que disque es shampoo, no es más que agua de nube –la caída del cielo- y Fab". "No le cuento mis problemas a mis clientes, porque igual, ellos no me los va a solucionar y no quiero que me tengan lastima, ni tampoco aburrirlos".

Pasaba el tiempo y en el fondo me preocupaba por que se me fuera a hacer tarde para tomar mi vuelo, pero la verdad es que la charla con este PROFESIONAL DEL CALZADO, se hizo tan amena, que al final le manifesté: a pesar de que intuyo cuál es su éxito en lo que hace; dígamelo con sus propias palabras. "Ah claro señor. Mire, yo le hablo mierda a mis clientes, le presto un buen servicio sin afán y le cobro lo justo".
 

De todo mundo se aprende, hasta del que pensamos que es el menos indicado. El lustrador de la historia, me dio una clase de Espíritu Empresarial sin proponérselo y, me ratifico lo importante que es la presentación personal, la comunicación con el cliente, prestar un buen servicio, ser honrado y cobrar el precio justo.  

Lo que cuesta una lustrada, en ciertos lugares: 

Ø  En Aeropuerto El Dorado –Bogotá-: $5.000

Ø  En Panadería Kutti –Cali-: $3.000

Ø  En San Francisco –EE.UU.-: USD 6

Ø  El lustrador en mención: $2.500
 

Nota: las fotos son de archivo y tomadas en San Francisco –California.  

> Obsérvese la importancia que le da a su lugar de trabajo.

> Presentación impecable.

> Opera de pie.

> Iza la bandera de su país en su lugar de trabajo. Así como toda empresa en EE.UU. lo hace.

> Exhibe los reconocimientos que le ha hecho la prensa. Son sus certificaciones de calidad.